11 jul 2011

Suicidio masivo

Tal vez sea el cambio de ambiente el que no me deja pensar,
tal vez sea mi mente que no se permite respirar,
talvez sean los segundos que me acosan sin parar
y el tic tac de los relojes que sólo existen para martillar.
¿Qué es lo que hice con mi vida?, no me dejo de preguntar .
y el ser, aún, jóven no me ayuda a respirar,
de aquel alivio que mi pecho no deja alcanzar,
porque la opresiónes es tan intensa que sostiene, ya, mi andar.
¿Qué seria de mis pasos sin ese pesar, al despertar?
¿Acaso ya no me identifico sin un eterno malestar?
¿Serán los dedos acusadores, que del descanzo me suelen privar,
los que en las noches de desvelo se manifiestan en mi pesar?.
Ráfagas de ideas se amontonar, en mi cien, sin cesar;
me susurran esas cosas que no quiero, ya, escuchar,
como si el castigo, antes de la muerte, me viniera a visitar.
La penitencia con la que cargo por hacer callar,
al mismo ente que gusta de mi mirada, cegar.
¿Qué es lo que temes, mi pequeño, que no te dejas de ocultar?;
asustado, por los siglos, en loo inmaterial te vas a enterrar.
Yo no encuentro la forma de hacerte resucitar
y, desde las arenas asfixiantes que tanto te haz de enamorar,
seguiras, espectante, comodamente, en un estadío de nunca despertar.
Tanto empeño puse en irte a visitar
y tanto de mi desconfia, que no me dejas entrar,
en tu guarida, que ambos sabemos cuidar.
Necesito de tu permiso o la haré colapsa,r
como un vampiro o un lobo al que se le prohibe pasar,
del que nadie se fía y a todos habrá de devorar,
y entre los escombros, nuestros restos, algún día, se habrán de encontrar.

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